PRÍMULAS,...LAS PRIMERAS.


Es difícil salir al campo al inicio de la primavera y no sorprenderse con la hermosa coloración que otorgan a la vista las doradas Prímulas  o primaveras.

Las especies pertenecientes a este género que se desarrollan en los espacios naturales del Alto Oja, presentan únicamente tonalidades amarillentas en sus corolas; pero también las hay violetas, lilas, rosadas, blancas, etc. Sus bonitas flores nacen de una roseta basal de hojas verdes, rugosas y aterciopeladas, que aparecen muy aplicadas al suelo.

En nuestro entorno, las popularmente llamadas manguitos, son plantas muy comunes y abundantes en los meses de marzo y abril. Incluso en época invernal podemos observar las florecillas más precoces, irrumpiendo durante los días más cálidos y soleados. 

Densa población de Primula veris colonizando el borde de un hayedo calizo.


La flor de San José o San José Lorea, como también se la conoce en el País Vasco, frecuenta los claros y linderos de los bosques templados, donde se desarrollan sobre suelos eutróficos, fértiles y nutritivos. A menudo se agrupan en densas poblaciones, colonizando los márgenes de caminos, taludes, senderos y riachuelos, especialmente en lugares frescos y sombreados.

Primula veris o P. officinalis es de un color amarillo cadmio intenso, con la base de los pétalos teñida por una mancha anaranjada muy patente. Es una especie más bien pratícola, que soporta bien la iluminación. Además en nuestros hábitats siente preferencia por los suelos calizos, ricos en bases. Para el que quiera indagar algo más sobre ella, podemos añadir que las poblaciones de esta planta que vegetan en el valle del Oja tienden a corresponderse con las de la subspecie o raza geográfica columnae. Puede diferenciarse por su morfología foliar así como por algunos caracteres biométricos específicos. Consultad alguna clave botánica para ello

Primula veris sobre suelo calizo. Ocupando la linde de un hayedo de Ojacastro. 


Primula vulgaris o también designada como P. acaulis, se caracteriza por su colorido amarillo limón, pero éste es mucho más pálido que el de la especie anterior. Como su nombre específico indica, nos encontramos ante una planta acaule; es decir, que sus apéndices florales no están sujetos por un tallo propiamente definido y bien desarrollado, como ocurre en el caso de P. veris. Hay que fijarse bien en los largos pedicelos o extensiones que portan las flores, pues surgen todas de la misma base de la planta y no de un tallo como tal.

Primula acaulis sobre el suelo fértil de una avellaneda de Turza.


Quizá sea ésta una de las plantas más extendidas y abundantes por la zona del Alto Oja. Coloniza bosques y setos sombríos, desde el valle hasta la montaña. Sus poblaciones se hallan en franca expansión y suelen observarse acompañando a las arboledas mixtas, avanzando por valles y barrancos ocupando suelos húmedos más o menos acidificados. Coloquialmente se la conoce por el nombre vulgar de "pan y quesitos". Antiguamente, los jóvenes del valle solían arrancar sus flores con el fin de saborear el jugoso néctar azucarado que se oculta en el interior del cáliz. Por estas razones, en algunas publicaciones se explica su empleo típico en repostería casera, para la elaboración y decoración de tartas y pasteles. Igualmente, sus hojas tiernas pueden añadirse crudas como aderezo de ensaladas u otros platos con verdura. El obtenido a partir de la decocción de sus flores o raíces goza de importantes virtudes medicinales, empleándose como relajante y sedante, siendo muy eficaz para combatir el insomnio en personas adultas y niños.

Estas plantas, suelen llevar en la parte inferior de los pétalos una mácula de un color muy intenso y diferenciado. Son las denominadas "guías de miel" y sirven de estímulo visual para atraer a posibles insectos polinizadores. 


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