LOS ESCONDITES DE LA SETA FINA

La maravillosa seta fina encuentra un lugar acogedor dentro de los múltiples hábitats naturales y seminaturales que delimitan los valles altos del río Oja. 

Popular y difundidísimo encontramos el apelativo de perrochico o perrechico, según pronunciaciones. En relación con esto, el gastrónomo vasco Juan Antonio Muñoz cita a G. Wasson, que dice lo siguiente a cerca del origen de la palabra perrechico: "En ukraniano a las setas se les llama pecheritza, así mismo la encontramos en la lengua de los gitanos de España, de lo que se deduce que los vascos la tomaron de los gitanos, que a su vez recogieron de otros pueblos europeos".




Como mansarón se la conoce en otras tierras del Sistema Ibérico norteño; en Soria y Burgos, así como en algunos puntos del Macizo Central. La variante moixeró se emplea en las regiones catalanas. A estas últimas se añaden otras muchas modalidades fonéticas, que quedan ampliamente distribuidas por las diferentes comarcas de la geografía ibérica: lansarón, muxerón, mauserón, gusarón, nansarón,... En La Rioja, a parte de seta fina, también se ha empleado vernáculo de seda, a secas. Igualmente he oído utilizar el nombre de blanca o blanquilla, por localidades de Cantabria y norte de Palencia. El término de seta de San Jorge se considera un neologismo. Proviene de su antigua y todavía válida denominación taxonómica, establecida por el micólogo francés Lucien Quélet en 1872; Tricholoma georgii, pues comienza aparecer en fechas próximas a esta festividad, en función de la región. 




El valle del Oja se considera un territorio pródigo para la proliferación de setas finas, pues la diversidad de medios naturales es muy elevada, a la vez que predilecta para sus querencias ecológicas. En un principio, comienza desarrollándose en los fondos de valle, por San José (19 de marzo). Básicamente en pastizales y prados resguardados, alejados de las exposiciones en umbría. Más tarde, en los meses de mayo y junio, se recolecta en las praderas de la alta montaña, pero únicamente cuando las temporadas son suficientemente húmedas y templadas, con días soleados acompañados de tormentas y nieblas nocturnas. Bajo estas circunstancias, los setales forman amplios corros de brujas y en alguno de ellos pueden recogerse hasta varios kilos de setas. También en los meses veraniegos se cosechan algunas setas del fino, localizadas en ciertos rincones frescos y sombreados. Curiosamente, en Valgañon existen unos pocos setales que producen setas en los meses otoñales de octubre y noviembre. Igualmente en zonas de Navarra se citan algunas recolectas  esporádicas tardías, hasta por Navidades.

En los alrededores de Zorraquín y Valgañón creo que existan cientos de setales, muchos de ellos centenarios, pues su correcta y secreta ubicación ha sido transmitida por generaciones enteras de padres a hijos. 


Si es cierto que se va notando una progresiva desaparición en muchos de los lugares donde antaño era abundante. Simplemente porque los setales acaban por agotarse. Se barajan varias teorías al respecto. La más sólida la encontramos relacionada con el creciente abandono de los usos agropecuarios ancestrales, típicamente vinculados al medio de vida rural de nuestros pueblos. Otras, apuntan hacia los posibles o ligeros cambios que ha experimentado el panorama climático general, con afluencia de primaveras excesivamente cálidas y secas. 

De todos modos, nuestro campo ha sufrido en los últimos 30 años un proceso de matorralización integral, que ha eliminado extensas áreas de pradera tradicionalmente destinadas al régimen extensivo de majadeo, sustituyendo y acondicionando su espacio para la restitución del bosque primitivo. Positivo para los árboles, pero no tanto para la seta de primavera, cuyo temperamento heliófilo requiere un mínimo de exposición solar, lo que la permite completar eficazmante su ciclo reproductivo anual. El envastecimiento de los pastos por el cese de la presión ganadera, también parece estar incidiendo de forma negativa en la conservación de esta especie. 


*El hábitat más tradicional de este hongo, lo encontramos asentado sobre los terrenos de naturaleza caliza, con suelos bien abonados por las deyecciones del ganado. En estos lugares puede hallarse en prados, campas, majadas o collados, a plena luz; formando corros o golpes redondeados, que en el argot popular son conocidos por el nombre de "pegas" o "peguitas", según tamaños. Los herbazales altos, crean y mantienen en su interior unas especiales condiciones microclimáticas de humedad y temperatura, favorecidas por la fermentación bacteriana, y que protegen a las pequeñas setas de los fríos o calores repentinos, propios del alternante clima primaveral.

Corro de brujas en pradera caliza, describiendo el típico quemado sobre la hierba.

Praderas calizas con matorral espinoso en el Valle de Turza


*Las orlas de bosque integradas por matorrales espinosos son fecundas a la hora de producir perrochicos o susas. En esta situación son capaces de vivir en condiciones de semisombra, aprovechando el microambiente protector que se crea bajo el broza del arbusto, donde suele presentarse un mullida capa de musgos que aportan una valiosa humedad a los carpóforos en crecimiento. Son clásicos los linderos compuestos por endrinos, rosales, majuelos, enebros o aulagas, y que reciamente custodian a las setas de sus ávidos recolectores. 

La orla espinosa adyacente al bosque da cobijo a muchos perrechicales. 

La maraña de espinos y zarzas suele ocultar grandes setales de finas.


*Los brezales-aulagares montanos, compartidos respectivamente por las especies Erica vagans y Genista hispanica subsp. occidentalis, crían numerosos perrechicales. Su hábitat se asienta sobre terrenos básicos, frecuentemente lavados o descalcificados por el efecto de las abundantes precipitaciones. El benebro o enebro común, Juniperus communis, suele estar asociado a este tipo de formación vegetal. 

Brezal-aulagar sobre suelo calizo.


*Las riberas de los ríos también ofrecen buenas posibilidades a la hora de encontrar nuevos setales o finos. Los suelos nutritivos de las choperas o de las fresnedas, a menudo son muy buenos productores de setas de San Jorge, siempre y cuando no se hallen encharcados en el momento justo de la fructificación fúngica. Asimismo, en los prados que existen viejos chopos derribados o cortados, también suele abundar el perrechico, pues sus tierras suelen estar enriquecidas por un importante acopio de materia orgánica, muy apropiada para los requisitos de esta seta. Los bordes de las avellanedas pueden llegar a sorprendernos gratamente, así como las manzanedas asentadas sobre prados frescos y herbosos.

Los prados con antiguas choperas suelen producir perrechicos en abundancia. 

Avellaneda autóctona productora de setas finas. 


*En los prados y fincas particulares, es común encontrase con setales que se desarrollan al abrigo de los setos o tapias de piedra que antiguamente servían para delimitar la propiedad. En este sentido, la piedra capta y disipa una valiosa energía en forma de calor, que las setas aprovechan eficazmente durante su irrupción primaveral. En este sentido, hay que prestar mucha atención y sobre todo respeto a la hora adentrarnos en terrenos privados sin previo permiso del propietario, aunque sólo sea para mirar si en la finca está saliendo alguna seta. 

Los tapiados y linderos albergan unas buenas condiciones térmicas para la proliferación de perrechicos. 


*Un caso curioso lo he encontrado en un prado que todavía mantiene sus numerosos setales, pues sus condiciones se alteraron drásticamente tras efectuar sobre el mismo una densa plantación de abeto de Douglas, que ya supera los 20 años de edad. A pesar de la escasa iluminación que penetra en el sotobosque repoblado, los primitivos setales todavía perduran y continúan dando muchas setas cada temporada.

Jóvenes setas finas bajo un manto de acículas de abeto


*Para terminar, en los viejos pagos abandonados de las zonas altas de la sierra, aún existen varias áreas relativamente productivas, pero desvitalizadas por la expansión reciente del arbolado. Éstas, se localizan sobre suelos de reacción ácida, con afloramientos pedregosos de pizarras, esquistos y cuarcitas. Aquí, las finas suelen crecer a la sombra de las "recas", resguardadas en pequeñas áreas empradizadas, usualmente entre piedras, por las mismas razones que se han citado más arriba. Las recas son pequeños bosquetes mixtos, en los que predomina el fresno y el arce campestre, junto al cerezo silvestre y otros árboles planocaducifolios. Suelen emplazarse ocupando vaguadas o pequeñas depresiones frescas y umbrías, por donde mana el agua en primavera. A pesar de la ya nombrada acidez de estos suelos, podemos añadir que sus capas superficiales suelen guardar un considerable manto de nutrientes, por lo que son muy ricas y fértiles, lo que favorece la preservación de ciertas zonas con hierba donde todavía hoy pueden guarecerse algunos setales.   

Reca o bosque mixto con presencia de fresnos y arces campestres. Los pagos se localizaban en las laderas más fértiles y productivas de los montes del Alto Oja, delimitándose con cercas y muros de piedra. Sus agraciadas tierras quedaban destinadas al cultivo de cereales, patas y otras hortalizas. En la actualidad, el abandono de usos tradicionales ha dado lugar a la recuperación gradual del bosque original.  



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